domingo, 12 de agosto de 2012

LOS AMIGOS RECORDARÁN AL AMIGO CARLOS VARGAS PIZARRO.


LOS  AMIGOS RECORDARÁN AL AMIGO CARLOS VARGAS PIZARRO.

En días pasados, recibí una repentina llamada telefónica. Se me llamaba la atención acerca de la omisión del detalle de informar a la Dirección Jurídica de la Cancillería costarricense sobre un proyecto social, desarrollado en los tres cantones de Los Santos de la provincia de San José, el cual, entre otras cosas, se relaciona con la etnia panameña Gnöbe Boogle, asentada en esa maravillosa región cafetalera.
Segundos después capté que estaba siendo objeto de una prematura llamada del abogado Carlos Vargas, Jefe superior de la oficina que acabo de citar. Mantuve silencio y dejé que el emisor continuara con la observación que le ocupaba.  Desde un principio me causó impresión  que una persona de su nivel,  demostrara alta sensibilidad frente a un asunto, que se supone está lejos de la razón de ser de la oficina que él dirigía.  La cual suele intervenir  en complicaciones, derivadas principalmente de la fría y ordinaria administración pública.
Dado que la conversación cayó de improviso, dichosamente pude comprender al instante con quién estaba dialogando.  Era nada menos que una persona enamorada de su Patria y de su profesión, a quien había acudido semanas atrás, ya que era imprescindible su sabio y honesto consejo, el cual me permitió lidiar contra la cobarde y maliciosa denuncia que, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos  (CIDH), interpuso contra Costa Rica una  organización de inmigrantes, de dudoso origen.    
Si tenía conocimiento de las virtudes de aquel brillante abogado, responsable y altruista, pues ya me había correspondido coordinar con él otras tareas; en sus múltiples consejos para conmigo pude valorar, más aún,  su apego por la verdad y por los principios éticos, así como su lealtad hacia la Cancillería costarricense. 
Por eso, cada vez que podía le hacía una visita a don Carlos Vargas, quien pasaba ceñido a su computadora y a sus libros, sin duda,  quebrándose la cabeza en su misión de solucionar con rectitud y sentido de equidad  la fila de expedientes y causas que se apoderaban de su escritorio.  A pesar de ello, este hombre bondadoso y humilde le obsequiaba aunque fuera un minuto de su Fe y grandeza espiritual al alma sedienta del compañero, necesitado de su palabra de amistad y de aliento.
Querido amigo Carlos, viviste con alegría en este mundo y te llegó hoy el momento de ir a la Casa de Nuestro Dios.

 Ronald Obaldía González.     

1 comentario:

  1. Tuve el honor y dicha de conocerle, un hombre inspirador, de una gran riqueza espiritual, con amor por la vida y las causas nobles, un ser integral. En mi vida ha dejado huella, es un referente y alguien que admiro mucho, es verdad que era un hombre ocupado pero el poco tiempo que se podía compartir con él era valioso, era tiempo de calidad. Se le extraña Don Carlos.

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