lunes, 22 de abril de 2013

LO DE BOSTON: A REDOBLAR EL SENTIDO DEL OLFATO.


 

LO DE BOSTON:  A REDOBLAR EL SENTIDO DEL OLFATO.


En 1999  Vladimir Putin asumió el desorden y el riesgo del desmembramiento casi total de la Federación Rusa, al ser elegido  como Primer Ministro. Simultáneamente,  las guerrillas separatistas islámicas (sunitas) recrudecieron sus ataques militares contra el gobierno de la República de Chechenia, integrada a la débil Federación, regida por Moscú, hecho que ha resistido, infructuosamente,  la oposición armada,  hoy demasiado disminuida, lo mismo que sus operativos terroristas.    

Por su parte, el ejército ruso en el camino  de aniquilar los insurgentes musulmanes,  causa de exilios y expatriaciones, entre ellos, el de la familia de los terroristas  hermanos Tsarnaev,   procedió  a  elevar el grado de autonomía chechena,  protegiendo a la vez  un gobierno aliado,  que responde incondicionalmente  a  los intereses rusos sobre los recursos  petroleros allí existentes, adjuntos al resguardo de los oleoductuos, entre otros corolarios.   

Al cabo que los islamitas insurgentes además de demandar  la independencia total del territorio checheno,  que alberga a poco más de un millón de personas, siguieron intensificando  su lucha por la construcción de un Estado islámico, al cual se plegarían partes del territorio de la República de Daguestán.

A pesar de su inicial diplomacia, condescendiente para con  los rebeldes chechenos, unida a los excesos militares de Putín,  así  por lo antes precisado,  comenzarán   a surgir en Occidente,  las  serias dudas sobre la causa nacionalista de los extremistas musulmanes en el pequeño territorio de 15.000 kilómetros cuadrados, situados sobre la ladera oriental de la cordillera del Caúcaso,  ubicado  – para su desdicha -  al suroeste del codicioso “oso ruso”.  

Ciertamente, la tortuosa y amarga historia de Chechenia ha estado dominada por los apetitos de sus vecinos, ya fueran los mongoles (en el siglo Xlll),  Georgia, el Imperio Otomano y Persia, entre otros, hasta que el Imperio zarista Ruso, debiendo hacer frente a la tradicional  resistencia, anexó definitivamente ese territorio en 1859.  De igual forma, el Islam expansionista  se consolidó en el Siglo XVlll, a partir de entonces ha coexistido con la religión cristiana  (minoritaria) en esa nación caucásica.   

Tampoco la suerte de los chechenos cambió en tiempos de la extinta Unión Soviética. Como grupo étnico fueron perseguidos por su religión  y deportados al Asia Central  por  el dictador comunista Josef  Stalin, principalmente,  durante la Segunda Guerra Mundial.  Éste los acusó  de colaboracionista  de los nazis alemanes,  al mismo tiempo, que trató de borrar con dureza las prolongadas  pretensiones independentistas.

El odio ruso y el señalamiento  por  terrorismo, cargado contra la guerrilla chechena, que,  en efecto lo practica,  creció fuertemente  en la primera gestión de Putin, quien libró una férrea guerra, tanto que los soldados eran denunciados por  destrozar la capital  Grozni,  practicar la tortura y, obviamente, violar los derechos humanos.   

Sin embargo, Occidente disminuyó  el volumen de sus críticas contra el gobierno duro del gobernante ruso, luego de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas  de New York (11 de setiembre del 2011),  planeados por  al Qaeda.  Esta última,  la organización islámica que siempre ha buscado atraer a sus filas la causa de los chechenos.   Lo aprovecha el gobierno ruso al lograr  que sean   reivindicados por Occidente sus métodos de combatir a esas fuerzas rebeldes al vincularlas  a la red global del terror.

En adelante, la guerrilla chechena  ha llegado a organizar  operaciones terroristas;  una de las más dramáticas  fue cuando en octubre del 2002  un comando compuesto por 50 insurgentes  tomó 800 rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú y amenazó con matarlos,  si el ejército ruso no abandonaba el territorio de Chechenia.  

El mundo se sobresaltó  ante el cobarde  acto terrorista de  los  hermanos chechenos Tsarnaev  contra los colegas atletas de Boston;  tanto es así que los deportistas  y la misma nación de los Estados Unidos de América ninguna responsabilidad poseen  frente a las desgracias  de Chechenia. Por el contrario,  Washington ha proporcionado cooperación  a esa pequeña república autónoma,  y busca para que le sea devuelta la paz y la concordia.

Por ello, una paradoja o tal vez un símil  invade ahora  nuestra  mente.  Es  el suceso del ganadero costarricense que en días pasados perdió la vida, a causa de la arremetida de un toro, del cual era su dueño y amigo.

Según reporta la crónica, de repente el animal lo corneó por la espalda.  Seguro,  una sorpresa para el ganadero, puesto que entre él y la bestia supuestamente había  confianza.  Lo que el buen hombre no tomó en cuenta fue,  por encima de todo,  la verdadera naturaleza (violenta) del animal, que vino a segarle la vida.

Pistas sensatas y reales nos había dado en este sentido nuestro querido Benedicto  XVl sobre la naturaleza o  esencia  de la religión profesada por  los Tsarnaev,   aunque me costó digerir que el Santo Padre modificara  después los argumentos.

Ronald Obaldía González (Opinión personal)

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