jueves, 26 de julio de 2012

DE RUANDA A SIRIA.


 DE RUANDA A SIRIA.

Los expertos de las Naciones Unidas (ONU), así también los negociadores occidentales y rusos, no hacen otra cosa que “disfrutar  de las comodidades de los hoteles de lujo”;  se olvidan de ocuparse de  encontrar una real solución al genocidio de Siria, que ya cobra la vida de más de 15.000 seres humanos.
Así lo acaba de sentenciar un experto europeo de la OTAN, criticando la mediocridad de las gestiones políticas, que distan de poner fin al conflicto armado. Por qué extrañarse, si ese trabajo pusilánime ya había ocurrido en el genocidio de Ruanda, una nación africana, la más pobre del mundo.
La cifra de víctimas podría elevarse en las siguientes semanas, de optar el Presidente Bashar Al Assad por el uso de las armas químicas (ya lo insinuó) con tal de contener la oposición sunita, que logró en días pasados empatar la guerra contra el gobierno, al eliminarle mediante un atentado a la más  alta jerarquía del ejército represor sirio.
Pensando con morbo, a estas alturas cabe sospechar que tanto los Estados Unidos de América, como el propio Gobierno de Rusia, protector de Bachar, y dicho sea de paso enredado con las graves protestas de los enemigos del Presidente Vladimir Putin, “prefieren”, en el fondo, que sean los propios sirios los que resuelvan el baño de sangre.
Los pronunciamientos de Moscú cada vez son categóricos contra las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que de manera estéril persiguen intensificar las sanciones contra el gobierno de  Bachar.  Y por su parte, los Estados Unidos de América dejó de escandalizarse frente a las reacciones de los rusos (y chinos), quienes temen además estallidos islamistas dentro de su territorio, especialmente en el Cáucaso, de ahí que Bachar sea visto como una especie de “tapón” frente a tan inminente peligro.  
Por su parte, Washington se ha reservado las sospechas alrededor de la composición de las fuerzas de la oposición siria, dentro de la cual podría ocultarse células de al Qaeda, una cuestión que puede ser real (los sunitas lo niegan), al comprobarse la sofisticación de los últimas acciones súbitas contra objetivos militares del ejército de Siria.  
Lo cierto es que la existencia de distintos sectores religiosos y políticos, incluyendo las tribus y los fundamentalistas islámicos, que manifiestan tener su propio lugar e intereses en el frente enemigo de Bachar, no deja de originar  incertidumbres y complicaciones, en el caso particular de acordarse un gobierno nacional que reemplace a Bachar solamente, pues la minoría alawita como tal, tanto Occidente como el mismo Israel la ubican en un rango inferior de amenaza (ideológica y religiosa), en comparación con los extremistas islámicos, ya que los conversadores sunitas ni siquiera la reconocen como musulmanes.       
La hipotética caída del tirano, perteneciente a la gobernante minoría alawita,  pondría en riesgo las bases militares rusas, localizadas en el Mediterráneo sirio, incluidas las elevadas transacciones de toda clase de armas, de las cuales Damasco es uno de los principales socios en el Medio Oriente.      
El comportamiento relativamente agresivo de Occidente en torno a los pasados conflictos en Túnez, Egipto, Libia – cauteloso entonces el de Rusia -  se ha diferenciado sustancialmente en este mes de la masacre de Siria.  La mejor evidencia sale de los reclamos de la oposición al régimen sirio, al confirmar la ausencia total de respaldo, sobre todo militar, por parte de las capitales occidentales, teniendo presente que el Plan de Kofi Annan es inocuo; y hasta de él se burla el gobierno alawita, el cual  es difícil tumbar, a menos que sea a través de una intervención militar, descartada por Occidente, pues eso encendería más el Medio Oriente.   
La solución siria se ha postergado lo suficiente. Tomando en consideración las particularidades y diferencias, esto me recuerda el genocidio de la turbulenta Ruanda a mediados de la década de 1990. En esa ocasión, estando armada hasta los dientes, la etnia minoría Tutsi gobernaba allí; poco antes había desplazado del poder a la etnia de los Hutus, la mayoritaria al mismo tiempo.
Desde décadas atrás a la conquista de la independencia en 1962, ambos grupos étnicos ruandeses se declaraban un odio insubsanable. En parte, ello se debió a las arbitrariedades de los europeos en el Siglo XlX de reasentar geográficamente las poblaciones africanas primigenias, antagónicas entre sí,  así como fomentar estructuras feudales,  a contrapelo de las tradiciones históricas e intereses de las tribus.      
La segregación y las discriminaciones se acumularon al extremo, que los Hutus comenzaron armarse, a fin de derrocar a sus enemigos los Tutsis, que mantienen todavía el poder.  Entre 1993 y 1995 hubo una cadena de guerras que culminó con la matanza de más de un millón de personas,  por lo que Ruanda sigue siendo un potencial polvorín.
Esa vez la ONU y las potencias occidentales exhibieron en la triste nación africana su reiterativo  mediocre trabajo, como el experto de la OTAN lo llamó recientemente al hacer referencia del fallido despliegue diplomático en Siria. Eso sí, confiemos que los efectos de las armas químicas de Bachar Al Assad sea una materia que se discuta en los hoteles de lujo de Kigali.  
Ronald Obaldía González (opinión personal)

2 comentarios:

  1. Tu Análisis es excelente, en lo que respecta a las motivaciones de cada uno de los actores. La vinculación entre Ruanda y Siria, no la veo tanto. La veo más con la Irak de antes (ahora no hay dictador, pero hay menos seguridad), en la que el Químico Alí, bombardeaba curdos como si fuera mosquitos fiebre amarilla. Un abrazo,CM Echeverría.

    ResponderEliminar
  2. Lourdes Montero Gómez escribió:

    Qué triste realidad, que los políticos que tienen en sus manos el poder de tomar decisiones en favor de los pueblos más afligidos por la guerra y la pobreza anden con paños tibios, mientras mueren miles de miles de seres humanos.

    Gracias don Ronald por ilustrarnos ante tan cruda realidad.

    ResponderEliminar