Un ego malcriado/Artículo del Reverendo Rodrigo Díaz Bermúdez, doctor en Teología.
El ego o "yo" puede estar mal educado o bien educado en cada persona.
Un ego mal educado es aquel que ha sido mal formado emocional y espiritualmente hablando.
Un ego mal educado se entiende a sí mismo de forma desproporcionada no siguiendo aquella recomendación del apóstol Pablo de que no tengamos un concepto de nosotros mismos más allá del que debemos tener.
Una persona con un ego mal educado , con un estilo histriónico de la personalidad, por ejemplo, en donde su único objetivo frente a los demás es ser una especie de personaje "reina" admirado y aplaudido por todos, al final de cuentas, terminará tarde o temprano, evidente o sutilmente rechazado en la vida ya que los demás no están en la disposición de patrocinarle la atención permanente a su " show for ever." Un ego mal estructurado en el sentido que hemos venido hablando será la triste máscara de un payaso que ignora precisamente eso, que los demás lo están disfrutando en esa condición trágica, cómica y ridícula de su personalidad aparentemente interesante.
Un ego bien educado no tiene que ver con poseer cantidades de información, ni estar permanentemente con las redes sociales abiertas en sus celulares, esto es típico de las personalidades con un ego fragmentado y enfermizo.
Un ego bien formado ,sano, es un instrumento útil para manejar el cuerpo, la mente, las oportunidades y capacidades por senderos que lo trasciendan, es el "yo" que busca la fortaleza interna de forma discreta, para el ejercicio de hacer las cosas desde un adecuado perfil, sin tener que tocarse bombos y platillos a su paso.
Un ego bien formado comienza en un hogar equilibrado, aunque esto no es una garantía perfecta, pero sí, una variable fundamental.
Un ego bien educado tiene un sentido de la realidad donde está llamado a ubicarse.
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