jueves, 4 de octubre de 2012

LOS HEREDEROS DE SIMÓN BOLÍVAR.



LOS HEREDEROS DE SIMÓN BOLÍVAR.


El  Instituto Clodomiro Picado es una entidad de la Universidad de Costa Rica, dedicada a la investigación y producción de sueros antiofídicos o antivenenos. Adicionalmente, produce y distribuye  los sueros antiofídicos requeridos en Costa Rica y otros países de la región.

Recorriendo esa prestigiosa institución científica, pude ser testigo hace varios años de una pasmosa fase de las tantas investigaciones científicas,  realizadas allí sobre la biología de las serpientes.

Mediante un experimento, efectuado por los científicos del Clodomiro Picado, comprobé que una serpiente posee las condiciones y las destrezas suficientes para atragantarse o comerse otra culebra, sin que ello implicara,  necesariamente,  debilidad o desventaja por parte de la víctima, ya que ella se resiste por instinto a ser devorada por su persecutora, si bien puede asumir el rol de victimaria.     

El hecho en sí me causó un duradero choque emocional. Tenía la convicción de que el  comportamiento como tal  residía apenas en los peces, de ahí aquella famosa expresión:  “el pez grande se come al pez pequeño”.  La cual a su vez sirve de metáfora en cuanto a  representar  la supuesta rapiña del mundo de los negocios y de la política, pero que dista de coincidir  con la realidad  particular de Venezuela.

Dicho sea verdad, las dictaduras y los gobiernos civiles de Venezuela se comportaron como serpientes del Clodomiro Picado,  durante casi todo el trayecto del siglo pasado. Entre ellas buscaron devorarse.   Hubo motivos suficientes, dado que el descubrimiento de yacimientos de petróleo y minerales propiciaron un auge económico, sobre todo en la década de 1950 bajo la dictadura de Pérez Jiménez.

Luego el ascenso de Carlos Andrés Pérez (1974 – 1978) representó el punto culminante de la corrupción, al practicar una política de nacionalizaciones de la industria petrolera para su enriquecimiento personal y de los allegados de su partido  político, a quienes les favoreció la coyuntura del alza de los precios de los energéticos a nivel mundial, en lo cual ha descansado siempre el ritmo de los ingresos del país. 

Dicho sector político  recogía  ventajas mayúsculas,  en comparación con las obtenidas por las élites opositoras, subordinadas,  tan codiciosas como sus adversarios, aunque ayuna de los tentáculos y agallas de éstos,  en lo referente a sacar provecho de los negocios del Estado.

Tal práctica de malversación de fondos públicas que, de manera desenfrenada,  se acrecentó en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989 – 1993),  cuya responsabilidad en  la represión del “Caracazo”  en febrero de 1989,  - un movimiento de protesta contra las políticas fondomonetaristas,  las cuales profundizaron en el país la desigualdad y el empobrecimiento - , todo ello  agitó todavía más el repudio contra el gobierno, que asesinó a más de 2000 personas.

Esa vez, el Presidente Carlos Andrés había arrasado con sus oponentes, por lo que  ganó fortaleza  su segunda gestión gubernamental, solamente replicada por Hugo Chávez, un ambicioso militar de poca monta, lanzado a la aventura de tragarse un poderoso (cuasi) caudillo, mediante dos fallidos golpes de Estado en 1992;  si bien esto le abrió el telón del escenario político venezolano, sobre todo, al ser destituido en 1993 el mandatario,  mediante un proceso judicial.         

Las élites de poder tradicionales y el sistema de partidos se desacreditaron, pues  se arroparon de  vicios, maniobras sucias,  miopía e insensibilidad  social, aunque  todavía se niegan a morir, a pesar de sus insuperables defectos y equivocaciones, los que antes les fueron útiles, y ahora también, a efecto de escaparse de la serpiente devoradora, dueña de esa selva que sigue siendo Venezuela.  

Al otro lado de la acera, Hugo Chávez resurgió con su proyecto bolivariano – socialista  (o al revés: socialista – bolivariano), constatando sus arrestos golpistas y autoritarios, inculcados por la casta  rectora “del manicomio cubano”;  llegó  a conquistar  el poder en 1998, apenas amenazado,  a través de la descabellada intentona de golpe de Estado, la cual,  hizo  consolidar  sus desafueros, así como esa  figura y oficio de histrión, acumuladora de réditos, en cuanto a prolongar su poder por seis años más.       

Mientras a tanto Enrique Capriles le rezamos el  Padre Nuestro, bien merecido lo tiene, porque se ve un hombre sensato y decente. Lamentablemente frente a él y detrás de él sobreviven esas serpientes que ni el propio Instituto Clodomiro Picado las desea,  ni para producir sueros antiofídicos.


Ronald Obaldía González  (Opinión personal)

3 comentarios:

  1. M. Herrera U.

    para mí
    JAJAJA, EXCELENTE MI QUERIDO AMIGO, NI MÁS NI MENOS ESTO ES LA REALIDAD, BIEN PENSADO.TE FELICITO.

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  2. El 4 de octubre de 2012 20:09, Lourdes Montero Gómez escribió:
    Don Ronald, siempre tan acertado en sus reflexiones, Dios quiera que el pueblo de Venezuela tome conciencia de que requiere el cambio, y Dios nos libre de esas serpientes que se desplazan por toda América Latina y no estamos ajenos de tener algunas por aquí, que amén de servir al Estado y en benficio de los que menos tienen se engullen las riquezas de los nuestros países.

    Gracias

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  3. Luis Aguilar Calvo laguilar@seguridadpublica.go.cr

    Interesante la analogía, Ronald.
    Luis.

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