lunes, 1 de octubre de 2012

HISTORIAS DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (SAN JOSÉ – COSTA RICA). SEGUNDA PARTE.

HISTORIAS DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (SAN JOSÉ – COSTA RICA)

El fútbol en la vida estudiantil.

Entre 1968 y 1973 surgía una generación de futbolistas sobresalientes en el Liceo Rodrigo Facio. Fue una generación que hizo también a la comunidad de Zapote significativos aportes en ese deporte. A pesar de que varios de ellos pertenecían a poblaciones como San Francisco de Dos Ríos y Curridabat, los equipos zapoteños los reclutaron al aprovecharse de la circunstancia de que los muchachos estudiaban en el colegio local.
Esta práctica la realizó la Unión Deportiva San Gerardo en la categoría juvenil, quien celebró un acuerdo con el Departamento de Educación Física, para que los estudiantes se enrolaran en dicho equipo.
En el campeonato intercolegial de futbol de 1972 de la provincia de San José, nuestro Liceo decidió organizar una selección, con tal de participar con el mejor elenco de futbolistas, el cual se ganó el pleno respaldo y entusiasmo de sus compañeros estudiantes.
De esa selección, recuerdo, entre ellos, al renombrado Víctor (el macho) Acuña; los hermanos Rojas (Walter y Alexis) de la Ciudadela; un alumno brasileño, que se había hecho muy popular, especialmente, por su elegancia; los hermanos Cordero Fernández; Zeledón, un fornido estudiante que vivía en San Francisco de Dos Ríos; los afrocaribeños Cristobal Smith y Anastasio; el portero Dorian, residente en Curridabat; Nais Marín, miembro de una familia de buenos futbolistas de Zapote; “Tola” Madrigal, Ricardo Garro Núñez y el finado Rodrigo Carvajal; en fin todos ellos tenían habilidades impresionantes, incluso, algunos ascendieron a la Primera División del Fútbol Nacional.
En el citado campeonato intercolegial, el Rodrigo Facio, de manera notable alcanzó llegar hasta las semifinales – su principal logro en futbol hasta ese momento -, las que se realizaron en el Estadio Rosabal Cordero de la provincia de Heredia. A las semifinales llegaron también el Liceo de Costa Rica, el Liceo de San José y otro colegio, igual de capaz, solamente que olvidé ahora su nombre.
La mala suerte de nuestro colegio fue el enfrentarse al Liceo de Costa Rica, cuya selección la conformaban el genial Carlos Santana (posteriormente, jugador del Deportivo Saprissa y seleccionado nacional) y el zapoteño Carlos Grant Trigueros, quien poseía una fuerza impresionante, por lo que al día de hoy, me es incomprensible la razón por la cual no obtuvo los exitosos logros en este deporte, como los registrados por su hermano, el brillante jugador Jimmy Grant. La cuestión es que el Liceo de Costa Rica, el campeón, eliminó al Rodrigo Facio, quien debió conformarse con el tercer lugar de esa semifinal.
La historia no acaba aquí. La mayoría de los seleccionados de nuestro Liceo pasaron a las filas de la Unión Deportiva San Gerardo, integrado, principalmente, por futbolistas de Barrio Pinto y de Curridabat. A ese cuadro, los estudiantes del “Facio” se unieron a los egresados de la institución, entre los que puedo recordar a Juan Sandí Ortega, Jorge Arturo González González (“Colacho” ), Álvaro Grant Trigueros, el exalumno de apellido Méndez, vecino de San Francisco de Dos Ríos, etcétera.
Inmediatamente después de la hazaña del Rodrigo Facio en el Campeonato Intercolegial de 1972, el cuadro del Barrio San Gerardo, con la ayuda de nuestros compañeros estudiantes y egresados, conquistó ese mismo año, nada menos, que el Campeonato Juvenil de la provincia de San José, enmarcado en el Campeonato Federado a nivel nacional. Sin temor a equivocarme, esto último ha sido lo más grandioso que registra la historia del fútbol del Distrito de Zapote en el ámbito nacional del fútbol, gracias a los capaces y habilidosos jóvenes que nuestro colegio formó con dedicación y esmero.



La “soda Rigo”.

Hubo un pequeño local que se convirtió en un centro de recreo y encuentro de los estudiantes del Liceo Rodrigo Facio, el cual tampoco estuvo exento de algunas inquietudes, al agitar el pensamiento de aquellos ciudadanos zapoteños, asombrados por los cambios de los tiempos del joven colegio, solo que a veces venía a alterar la quietud de su pequeña comunidad, desarrollada con la ayuda bondadosa de las cafetales que la rodearon.

La “soda Rigo” se ubicó al costado este del edificio del Liceo. El propietario de ese negocio fue Rodrigo (“Rigo”) Mora, un pequeño comerciante, cuya gruesísima contextura estaba muy lejos de impedirle practicar el fútbol y correr en la cancha sin limitación alguna.
...

Rigo era miembro de una familia de gran arraigo en el distrito. Sus hijos estudiaron también en el colegio y eran tan famosos como su padre, quien en 1969 se lanzó a la aventura de crear la soda, la cual llegó a ser como la vieja “soda Guevara”, que daba vida a la Universidad de Costa Rica en San Pedro de Montes de Oca.

En la soda Rigo se preparaban unas suculentas empanadas, que ayudaban a aliviar el apetito de los estudiantes, sobre todo, los que vivían fuera del distrito. El fresco de frutas acompañaba la oferta de aquel local, construido a base materiales bastante simples, al igual que el mobiliario, compuesto en su mayoría por rústicos bancos y sillas de madera, lo cual le permitía a algún “maleducado” escribir una frase de amor, o bien una palabrota de esas… por la cual descargaba sentimientos de frustración o tal vez de alegría.

El estudiante más pudiente portaba el radio de transistores, la última generación en materia tecnológica. Con ello se convertía en el centro de atención de sus compañeros, pues había que sintonizar “radio Juvenil”, una actividad obligada de todos los días.

De manera que la “soda Rigo” se constituía en el lugar apropiado, donde se aglomeraban los ávidos muchachos para escuchar la música rock que dominaba en ese entonces, y que a la vez promovía sus propias costumbres y formas de vivir. Únicamente por ello, la soda llegó a ser objeto de gratuitas especulaciones; por eso no pocos padres de familia desaprobaron tal entretenimiento extraescolar de sus hijos.

El corredor de la soda, frente a la calle principal del distrito, significaba su parte más atractiva para imponerse a las horas. Los eventos del Liceo eran comentados con sumo entusiasmo, aunque también la discreción se hacía presente en el ambiente informal del añorado negocio, incluida la solución de alguna que otra diferencia interpersonal.

A los novios poco les importaba marcar allí; los precios cómodos de los productos hacían quedar bien los actos corteses del novio, en su propósito de atraer a su amada.

De veras que la soda Rigo representó la lección extra de nuestra vida estudiantil.

Ronald Obaldía González.

No hay comentarios:

Publicar un comentario