viernes, 4 de enero de 2013

UN COLEGIO VERSÁTIL

 
Un colegio versátil

Entre Carmen Naranjo Coto y Lía Gómez de Brenes había una profunda amistad y admiración mutuas, la cual creció en ocasión de la pasantía académica llevada a cabo en el Estado de Israel por nuestra Directora; proyecto personal que coincidió cuando la notable escritora costarricense se desempeñaba como Embajadora (1972 – 1974) en ese hermano país. Además de la amistad, a ambas mujeres cultas y talentosas comenzó a unirlas, todavía más, el cariño y simpatía que llegaron a profesarle a la nación hebrea.
Particularmente, a la educadora normalista, graduada en 1943 en la Universidad de Costa Rica, la experiencia de la pasantía en Israel le originó - según sus propias palabras - un conocimiento y comprensión inimaginables sobre el ser humano.
A la zapoteña la sorprendió las excepcionalidades y virtudes de un pueblo milenario que, a pesar de la hostilidad e irracionalidad de sus enemigos cercanos, de quienes se defiende constantemente, ha sido capaz de acumular desarrollo y avanzar en justicia social, en cuya prosperidad sería fundamental la honestidad y la tenacidad de su gente, así también el lugar privilegiado, que ocupaba en la sociedad la ciencia, la educación y la promoción de la cultura.
Doña Lía logró apreciar el rol de la juventud israelí en las comunidades “kibutz”, localizadas “en los paisajes más espectaculares y fértiles”, que, bajo el credo sionista y el amor por la naturaleza, representan un modo de vida rural único, cuya seña de identidad histórica consiste en trabajar la tierra y compartir solidariamente, fomentando el espíritu de igualdad, de acuerdo con las enseñanzas de los patriarcas y profetas del judaísmo.
Tras concluir sus funciones diplomáticas en Israel, la señora Naranjo fue designada Ministra de Cultura, Juventud y Deportes en el Gobierno del Presidente Daniel Oduber Quirós (1974 – 1978). Seguro que su amistad con la Directora del Liceo Rodrigo Facio traería nuevos propósitos, tal como ocurrió con la invitación cursada a la Ministra, para que realizara en 1974 una visita de cortesía a nuestro Liceo, la cual aprovechó para dictar una conferencia sobre literatura costarricense en el salón de actos de la Escuela Napoleón Quesada y, de paso, hacer entrega de un lote de libros.
La efusiva presentación de la Ministra por parte de la Directora, a quien mencionó delante de toda la comunidad estudiantil, "que estábamos ese día ante una personalidad de lo más prominente de la academia y cultura nacional", ponía ya en evidencia que ambas damas compartían ideales e intereses recíprocos. Claro que sí.
Por aquel año de 1974, cuando casi se concluían las obras de la autopista (ruta 215), la cual viene de Plaza González Víquez hacia Zapote, que es todavía una de las entradas principales al centro de la ciudad de San José, para quienes vienen de la zona sur del país y de Panamá, así también la escritora y la educadora, impulsadas por el afecto hacia aquel pueblo hospitalario, se habían puesto de acuerdo en influir en el Gobierno, para que se bautizara con el nombre de Estado de Israel la moderna vía, como homenaje a la nación hebrea y, especialmente, por la histórica e indisoluble amistad que une a la nación costarricense con los hermanos mayores de la civilización cristiana.
Continuando con la autopista Estado de Israel, que por error es conocida hoy como “la autopista a Zapote”, cabe hacer hincapié que en medio de “la Rotonda” de tal autopista, se encuentra el Monumento de las Garantías Sociales, creado para celebrar los cincuenta años de la promulgación de una serie de reformas sociales en beneficio de los grupos más necesitados.
Este monumento fue inaugurado el 15 de setiembre de 1993; es obra de Olger Villegas, escultor ramonense, y a la vez uno de los primeros educadores que se incorporó como tal al recién fundado Liceo Rodrigo Facio Brenes (1962), del cual, por cierto, este artista guarda hermosos recuerdos. Al escultor Ólger Villegas se le confirió el Premio Magón 2010.
Tómese en cuenta que la citada autopista tiene alma del Liceo Rodrigo Facio, quiera Dios que se pudiera recobrar su nombre original: “autopista Estado de Israel”.
En otro orden de cosas, he recibido un mensaje de un estimado amigo que me hace la aclaración, con justa razón, que en el distrito de Zapote se encuentra también el Colegio Salesiano Don Bosco, por lo que en esa institución (de carácter privado) concluyeron sus estudios varios jóvenes zapoteños.
Dicho sea verdad, la obra Salesiana en Costa Rica, iniciada aproximadamente en 1910, se ha distinguido por sus significativos aportes a la educación, así también por sus obras caritativas, en particular, por la niñez y jóvenes de escasos recursos y en situación de riesgo.
El Colegio Don Bosco en mención, fue fundado en 1965. Sus instalaciones se construyeron en dos terrenos, ubicados en Zapote; los sacerdotes Salesianos los compraron, respectivamente, a Roberto Pérez Pinto - miembro de la familia otrora dueña de la finca que alberga hoy al Barrio Pinto - y a Rodrigo Quesada, uno de los cinco hijos de Rafael Quesada Durán – este último fundador del Barrio Quesada Durán - .
En décadas pasadas era una minoría bien reducida de jóvenes de Zapote que cursaba estudios en dicha institución privada, posiblemente por el alto costo económico que ello conllevaba. Desconozco si ese colegio ha llegado a ser en este tiempo una opción educativa para los hijos de una cantidad mayor de familias del distrito, sobre todo, las que han visto aumentar sus ingresos.
De algo que sí puedo dar testimonio, es que el elevado desarrollo social y cultural registrado por la comunidad de Zapote, y quizás de otras también, obedece en buena medida a la existencia y el singular desempeño del Liceo Rodrigo Facio, como entidad de servicio público, abierto y accesible a las familias de los distintos sectores sociales.
Asimismo, porque el origen del Rodrigo Facio fue el resultado de la fuerza constante, y sin precedentes, del movimiento comunalista; todo ello, trabajo de ciudadanía y voluntariado, que además de multiplicarse en posteriores obras civiles y proyectos culturales de Zapote, sirvió de modelo hasta poblaciones, como Cartago, adonde fueron invitados nuestros líderes, a fin de compartir con ellas sus capacidades y experiencias. Lo segundo y lo he reiterado varias veces, llegó a ser la alta calidad de la educación impartida por los profesores de aquellas añoradas décadas, la que incluso superaba a los pocos colegios privados de aquel entonces. A este último objetivo de política pública hay que regresar en este país.

Ronald Obaldía González

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