ZAPOTE IRRADIABA CULTURA.
ZAPOTE IRRADIABA CULTURA.
Esta vez nos escaparemos un tanto de las historias propias de nuestro Liceo Rodrigo Facio Brenes, a cambio de documentar por este blog un evento que casi ha pasado desapercibido en el distrito josefino de Zapote. Me refiero al hecho de que esta comunidad por mucho tiempo acogió buena parte de los más destacados escritores nacionales. Ellos escogieron el distrito para hacer vida con sus familias, o en su lugar lo escogieron para que sus hijos se criaran, dependiendo de las circunstancias del curso de sus existencias.
Comienzo por hacer referencia a Carlos Luis Fallas (“Calufa”). Este afamado escritor tuvo un hijo con Doña Ángela, el nombre de él era Carlos Luis (+), igual que el de su padre. Doña Ángela (olvidé el apellido), quien era una elegante educadora, vivió por un largo tiempo en Barrio San Gerardo, justamente, a la par de la casa de mis padres, donde yo nací. Allí crió a su hijo Carlos Luis, a quien el escritor visitaba frecuentemente, al cabo que el muchacho se educaba en las aulas de la Escuela Napoléon Quesada. Cabe destacar que Carlos Luis (hijo) es el padre de nuestro famoso amigo “Calufa”, bastante conocido por todos los zapoteños, sobre todo por ser identificado como un nieto del gran “Calufa” Fallas.
El otro escritor que residió en Zapote fue Fabián Dobles. En la Ciudadela zapoteña nacieron sus hijas, Aurelia y Paola. Las dos niñas estudiaron también en la Escuela Napoleón Quesada. La vivienda de este escritor, situada al oeste del centro comunal “Chepita Marína, contaba con una variedad de árboles, demasiado visibles en la parte frontal; entre ellos sobresalían los enormes pinos, similares a los que hubo en la vieja plaza de futbol del distrito.
El poeta José Ramírez Sáizar (de origen libanés) eligió Zapote para instalar en la misma Ciudadela su residencia definitiva. Tengo la presunción que en ella pasó sus últimos años. Lo cierto es que Ramírez Sáizar colaboró además en las gestiones comunales, que dieron como feliz resultado la fundación del Liceo Rodrigo Facio. Este poeta de “la Pampa guanacasteca” se distinguió por realizar presentaciones literarias y dramatizaciones, tanto en la Escuela Napoleón Quesada como en el Rodrigo Facio, sobre todo en los actos cívicos, relacionados con la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica.
Al lado de su hija Marieta y de su yerno Rodrigo Rodríguez, así como de su esposa, el escritor y periodista Adolfo Herrera García (conocido como “Fofa” Herrera) pasó los últimos años de su vida en Zapote. Precisamente, en el Barrio San Gerardo, al frente del Polideportivo del distrito, demasiado cerca de la vivienda de la familia Grant Trigueros, se situaba la casa de Fofa Herrera, ocupada hoy por la Asociación de Padres Autistas. Dos de los nietos de este escritor son también egresados del Liceo Rodrigo Facio, mientras que uno de ellos, Adolfo, colaboró con varios comentarios políticos, publicados en 1977 por el desaparecido “Periódico Zapote”, el cual dirigió el periodista Hernán Gutiérrez Oviedo.
De igual forma, el apasionado poeta, declamador y locutor de radio, Alfredo Monge del Valle, siguió los pasos de los citados escritores: escoger Zapote como su lugar de residencia. La Ciudadela dio abrigo a él y a su familia. “El Quijote de la Noche”, como se le conocía a Monge del Valle, decidió matricular a Giselle, su preciosa hija, en el Liceo Rodrigo Facio, por cuanto tenía información de la alta calidad de la educación, impartida por los profesores de nuestra institución.
Por ahora les quedo debiendo mayores datos sobre la “Pulpería la zapoteña”, que según relata el historiador Raúl Arias Sánchez, fue un abastecedor, ubicado cerca por donde es hoy el Centro Evangelístico Cristiano, frente a las vías de entrada al Colegio de Abogados. Específicamente, al norte de dicho sector, en vecindad con las viviendas de la numerosa familia Garro Casas se hallaba dicho negocio, donde concurrían a menudo escritores y educadores de la ciudad de San José (Costa Rica), allá por las décadas de 1950 y 1960, a realizar sus compras; por eso la pulpería llegó a convertirse en un interesante centro de reunión para ellos.
Todo lo anteriormente expuesto, nos permite confirmar que de los rasgos distintivos del Distrito de Zapote, propios de décadas atrás, fueron los de una comunidad integrada, apacible, segura, hospitalaria, progresista, y que en razón de su proximidad con el casco central de la ciudad de San José, esto vino a despertar más el interés de diversa gente, entre ellas, estas personalidades de la cultura nacional; dichosamente, todos, gente noble, buena y sencilla, al igual que las primeras familias originarias de la comunidad. A partir de entonces, juntos construyeron sus vidas y las de sus descendientes, en tanto que ese saludable clima humano zapoteño, a no pocos intelectuales del país le fue útil hasta para alcanzar inspiración.
Ronald Obaldía González
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