miércoles, 2 de noviembre de 2011

MENSAJE PÓSTUMO A LA SEÑORA LÍA GÓMEZ DE BRENES, DIRECTORA DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (1962 – 1974) DEL DISTRITO DE ZAPOTE, SAN JOSÉ, PRONUNCIADO EN LA IGLESIA MARÍA INMACULADA DE LA CONCEPCIÓN EL 6 DE OCTUBRE DEL 2011.



MENSAJE PÓSTUMO A LA SEÑORA LÍA GÓMEZ DE BRENES, DIRECTORA DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (1962 – 1974) DEL DISTRITO DE ZAPOTE, SAN JOSÉ,  PRONUNCIADO EN LA IGLESIA MARÍA INMACULADA DE LA CONCEPCIÓN EL 6 DE OCTUBRE DEL 2011.
 
SEÑOR PRESBÍTERO DE LA PARROQUIA DE ZAPOTE, SEÑOR OLDEMAR RUIZ FIGUEROA
SEÑORES DE LA JUNTA ADMINISTRATIVA DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES, DILECTOS AMIGOS.
SEÑORA DIRECTORA
QUERIDOS EX – PROFESORES.
CUERPO DOCENTE Y ESTUDIANTES.
HONORABLE FAMILIA BRENES GÓMEZ.
SEÑORAS Y SEÑORES DE LA COMUNIDAD DE ZAPOTE.
AMIGOS TODOS.

Muchas gracias por conferirme el gran honor de expresar estas palabras alrededor de una mujer, que en lo personal ha sido las que ha alimentado mi mente y corazón. Y permítame hacer unas reflexiones que un principio parecieran alejadas del objetivo de este homenaje, pero verán que en efecto tienen una amplia vinculación con el contexto en que surge la personalidad vigorosa de nuestra Directora Lía Gómez de Brenes y la creación de nuestro colegio en 1962. 
 En la década de 1960 el mundo entraba en una era de cambios tecnológicos y los conflictos políticos se acrecentaban.  Los sistemas productivos de los países de la región centroamericana se transformaban con cierta velocidad, pues los ingresos nacionales ya no dependían tanto de las exportaciones del café, el azúcar, el banano, el tabaco, sino que tomaban un auge las industrias, para lo cual era imprescindible que la gente se capacitara, a efecto de sobrevivir en la moderna economía emergente.
 En las relaciones internacionales, los comunistas, conducidos por Fidel Castro, habían ya conquistado el poder en Cuba en 1959.  En octubre de 1962 la humanidad fue testigo de la temida crisis de los misiles, instalados en Cuba por la desaparecida Unión Soviética, esto rechazado de manera rotunda por los Estados Unidos de América, porque representaba una amenaza para su propia seguridad.
El pánico comenzó a crecer y en parte la sensación de que se repetirían conflictos más temibles que los que había dejado como saldo la Segunda Guerra Mundial. Ya que era casi posible la Tercera Guerra Mundial, de carácter nuclear, que enfrentaría a las dos grandes potencias.  Su resultado sería la destrucción total del planeta. Había en esa década una lucha ideológica universal entre comunismo y capitalismo, la cual repercutía en la vida de todas las naciones.
Especialmente, la juventud comenzó a protestar contra el peligro inminente de la guerra y se cuestionaba los valores materialistas y también la desigualdad social de la época. El racismo era también un tema de profundo debate. De ahí, que la figura de Martin Luther King ganaba adeptos;  en  su mensaje humanista se abrían las esperanzas de superar la discriminación por motivos del color de la piel.
Cobraron auge diferentes formas de pensar y costumbres entre los jóvenes, que llegaron a tener influencia en Costa Rica y más tarde en este Distrito de Zapote.    Las ideas del comunismo del Che Guevara, Fidel Castro, etcétera,  originaban simpatías en ciertos sectores de la juventud, mientras otros sectores las rechazaban con fuerza. Por eso,  Costa Rica estaba rodeada en aquel entonces de países vecinos,  que optaban por férreas dictaduras militares, que combatían el comunismo.
Mientras tanto,  la democracia costarricense optaba por la paz y el desarrollo humano y repudiaba el militarismo y las armas, todo esto fruto del legado que nos dejaron nuestros próceres fundadores de nuestra República;  todo ello fruto del legado de la reforma social de Rafael Ángel Calderón Guardia y de las bases de la Segunda República de don José Figueres, así como de las ideas democráticas y civilistas de grandes pensadores como Rodrigo Facio Brenes.  Y también Zapote no se quedaba atrás. A pesar de que el mundo hablaba de destrucción y violencia, aquí se abogaba por la educación y bienestar social.   
Por su parte,  la Iglesia Católica con el Papa Juan XXlll se disponía a ofrecer a las sociedades un nuevo pensamiento avanzado sobre la libertad, la justicia social y la dignificación del trabajo, lo cual se constituía en un enorme reto para todos los gobiernos y los pueblos. Afortunadamente, en Costa Rica fueron hechas realidad dichas ideas de progreso social, planteadas por nuestra Iglesia. De inmediato, los partidos políticos y las instituciones públicas las hacían suyas,  para la construcción de un Estado social de Derecho, el cual privilegiara, la educación, la salud y la dotación de viviendas para las familias. El ejemplo más claro de esto último en nuestra comunidad,  vino a ser el asentamiento de la Ciudadela al noreste, Calderón Muñoz al oeste de Zapote.
La primera comunidad, o sea la Ciudadela de Zapote, merece una atención especial, por cuanto vino a ampliar y complementar el paisaje de la población tradicional, esto quiere decir, los hijos de las primeras familias campesinas provenientes de Cartago, las mismas que emigraban desde  los Siglos XVlll y XlX hacia el naciente y dinámico San José,  para fundar nuevos caseríos en Curridabat, Tres Ríos, Aserrí, Desamparados, Alajuelita y Escazú.
De manera tal, que los habitantes de esta Ciudadela zapoteña se convirtieron en la nueva generación de pobladores, muchos de ellos artesanos, funcionarios públicos y de las empresas privadas, educadores, obreros especializados, pequeños comerciantes, que se sumaron a los esfuerzos y empeños de los primeros habitantes, en aras de generar aquí bienestar y desarrollo.
En este grupo de ciudadanos hay que destacar, sobremanera, la figura de Doña Lía Goméz de Brenes, una inteligentísima y culta educadora que había prestado sus servicios en comunidades rurales, como San Isidro del General.  Ella venía desempeñándose como maestra en la Escuela Napoléon Quesada.  Por sus atestados, espíritu de emprendimiento y capacidad profesional, fue nombrada por la Administración del Presidente Mario Echandi como la primera Directora del colegio que comenzaría a laborar en marzo de 1962.  
A inicios de la década de 1950 se registraba un positivo aumento de nacimientos  por todo el país, a cuyos niños era imprescindible proporcionar educación, a sabiendas de que las escuelas y colegios existentes serían insuficientes para darles cabida a los hijos de los costarricenses de la época. Por supuesto, que Zapote no fue la excepción.  Obsérvese que nuestro Liceo comenzó a funcionar en marzo de 1962 con 200 estudiantes y dos años después albergaría ya  más de 400 estudiantes. Es decir, su matrícula experimentó un incremento de un 100%. 
Cabe resaltar,  que los jóvenes de Zapote tenían que caminar hasta San Pedro de Montes de Oca o a San José centro para cursar los estudios secundarios. Lo cual representaba un sacrificio económico monumental para las familias de Zapote.  Casi todas  tenían limitaciones para satisfacer la sed de conocimiento y educación de sus muchachos.  Claro está, los jóvenes que debían realizar tales travesías a pie no tenían que soportar los riesgos de inseguridad de estos tiempos.             
En medio de fincas de café y del apogeo industrial de San José, crecía la comunidad de Zapote por la década de 1950 y 1960, que también era resultado de aquel esquema de desarrollo industrial que Costa Rica adoptaba, el cual a la vez se anticipaba a dar lugar a la clase media, que ha pugnado por la movilidad social sobre la base de los beneficios de la educación.
Ahora sí, permítame platicar con ustedes sobre la singular personalidad de Doña Lía Gómez de Brenes. Esta gran mujer, como la llamó doña Carmen Naranjo, fue una esposa maravillosa y una madre abnegada.  La esposa de don Carlos Brenes;    ambos de muy buen vestir y muy finos en sus hábitos.  Salían juntos a casi todos los eventos. Doña Lía tomaba siempre el brazo de su amado esposo, un hombre sereno, bondadoso, que nunca se quitaba la sonrisa de su rostro.  Esta pareja a nadie le negaba el saludo y ni una breve, pero amena conversación. 
Desde finales del año de 1960, un grupo de dirigentes comunales de Zapote, a saber, Luis Amador Mora, Juan Obando Amador, Jorge Grant Chaves, José Joaquín Song, José Díaz Amador, Eladio Sandí,  Jesús Mora Díaz, así como el Párroco de la Iglesia Wilfredo Blanco,  tuvieron la gran visión e inteligencia de hacer una lectura correcta de dicho contexto social, que en parte  les he expuesto. Todos estaban convencidos que la desesperanza que imperaba en el mundo había que derrotarla con amor al prójimo, solidaridad y bienestar.
Entonces se empeñaron en la construcción del Liceo Rodrigo Facio, objetivo que lograron de modo decidido.  Hicieron medidas al edificio de la vieja escuela, institución que años atrás había logrado construir sus nuevas instalaciones. Por eso, su Junta de Educación, presidida por Jesús Mora Díaz  y los padres de familia accedieron cederlo para que, cuanto antes posible, comenzara a trabajar el centro de educación secundaria, cuya iniciativa provocó un enorme entusiasmo y movilización dentro del pueblo zapoteño.
Al ser designada Doña Lía como  Directora del novel Colegio a principios de 1962,  les expresó  a los notables dirigentes de Zapote, que sin su respaldo,  sería difícil concluir  aquel  sueño. La educadora orientó todavía más el trabajo disciplinado y comprometido del grupo de líderes, todos ellos hombres. La brillante mujer se asoció sin complejos a aquellos patricios zapoteños. Lo que significaba,  que la elegante dama y educadora ya se había anticipado a toda esa filosofía de la igualdad de género, pues se codeaba, sin ningún complejo, con los apuestos caballeros.
En cuestión de meses se compraron pupitres, con los fondos que se recaudaban de los bailes, organizados  en el salón “el Platense” de la familia Cisneros; de los reinados de belleza, de la presentación de las películas en el cine propiedad de don Manuel Araya, cuyo simpático nombre me reservo; de las rifas, como también de las donaciones de las familias humildes que respaldaron todas las gestiones llevadas a cabo.  De su propio peculio los fundadores hacían donaciones para la obra;  Dios les iba a reponer  esos dineros en sus hogares, donde eran también necesarios.  Don Luis Amador Mora se molestó muchísimo,  porque  sus colegas fundadores del colegio,  le querían devolver la cuantiosa suma de noventa colones que él había prestado.
Como en el grupo de trabajo había empleados bancarios, se lograron obtener préstamos de tres mil colones, tanto en el Banco Anglo y con en el Banco de Costa Rica. Ni un economista de hoy llegaba alcanzar las habilidades de doña Lía Gómez, Juan José Obando Amador y de José Joaquín Song,  para hacer un uso racional de los dineros,  Cualquiera se quedaba perplejo del talento de ellos,  en lo que respecta al rendimiento obtenido a través de la venta de unos bonos, de cuyas ganancias se financió el faltante de los pupitres, pues algunos de los jóvenes debían sentarse en las bancas de la Iglesia, facilitadas por el Padre Blanco.    
Doña Lía y su grupo pensaba en una educación de calidad para los muchachos. Son bellas las historias de los encuentros de ellos con las altas autoridades del Ministerio de Obras Públicas y del Ministerio de Educación Pública, a efecto de  conseguir recursos y materiales de construcción.
En cuestión de tres años ya el colegio tenía su primer pabellón de aulas, cuya primera piedra se colocó el 18 de octubre de 1962, con la presencia del Presidente Francisco Orlich, quien se hizo amigo de la comunidad.  Poco después se instaló el laboratorio de química y biología. Operaría  el taller de Artes Industriales, donde los estudiantes hacían juguetes para los niños pobres.  Como apasionada de la lectura, de inmediato, la Directora inauguró la biblioteca. Se inauguró al interior del colegio la pista atlética llamada Centroamérica.  Ella pensaba que los jóvenes además de cultivar su mente, debían contar con un cuerpo sano, de ahí que salieran atletas del colegio que se proyectaron a nivel nacional, entre ellos don Carlos Abbot.
Doña Lía y el grupo de patricios  se adelantaron a Curridabat, Aserrí, Desamparados, incluso a Guadalupe y Tres Ríos, que, a pesar de tener mayor población y más fuentes de trabajo, todavía no contaban con colegio. Así las cosas,  el Liceo Rodrigo Facio comenzó a madurar de manera vertiginosa, y en adelante albergó a grandes educadores.
Esos jóvenes tuvieron la suerte de recibir hermosas lecciones de Rafael Ovidio Valenzuela, Álvaro Alvarado Castro, Olger Villegas, hoy Premio Magón, Jorge Arturo Segura, el Padre Claudio Charpentier, Guido Arroyo, Isabel Peña, Carlos Castro Johannson, el profesor Trigueros,  Ángela Quirós de Vallejos, Elba Oreamuno, Nury Castillo, Anny Monturiol, Viria de Amador, Joice Anglin, Jenny Amador de Pardo, Carmen Parra,  Carlos Roldán, Elieth Artavia, Elieth Obando, Ana Cecilia Angulo, etcétera, cuya sabidurías hacían causa común con la ilustre Directora.
Esta gran mujer  era de los educadores extraordinarios que se cultivaron en la famosa Escuela Normal Superior de Heredia; precursores de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica. Ella tuvo una abundante carrera universitaria, lo que le permitió viajar a Israel y hacer una pasantía en esa gran nación. Allí logró perfeccionar todavía más sus enfoques en torno a la educación de los jóvenes, tanto que los adolescentes criollos de la comunidad de Zapote, así como de las zonas aledañas como San Francisco de Dos Ríos, Curridabat, San Pedro de Montes de Oca y Desamparados, lograron establecer contacto cultural con muchachos provenientes de la clase alta, que emigraban de los colegios privados por diversas circunstancias.
Aquel enriquecedor  intercambio resultó un experimento positivo y aleccionador. Hasta un sobrino del dirigente comunista Manuel Mora Valverde pasó por las aulas del Liceo Rodrigo Facio, pues la fama de los excelentes profesores, la alta calidad de la educación, la creatividad de los estudiantes se extendía por toda la provincia de San José.  En el colegio se formaban grupos musicales, como los Thunders Boys y los Pockers de los estudiantes hermanos Mora.  El patricio Don Jorge Grant Chaves se propuso organizar la banda del colegio, que llegó alcanzar premios interesantes.
La selección de baloncesto conquistó el campeonato intercolegial de San José en 1965.  El liceo tenía un equipo de beisball, que competía en los certámenes que se organizaban en el parque Antonio Escarré.  La selección de futbol juvenil zapoteña, compuesta en su mayoría por estudiantes del Liceo Rodrigo Facio conquistó en 1972 el Campeonato Nacional de esa categoría. Por la hazaña se les prometió viajar a México, proyecto que dio al traste, por el boicot del Saprissa y otros equipos grandes del futbol costarricense.
Doña Lía promovía ideas contra el racismo, sobre todo que en la institución convivía un grupo número de jóvenes afrocaribeños, que eran verdaderos animadores de la vida del colegio.  De seguro que las ideas de Martin Luther King, habían calado muy hondo en su espíritu.
Los hijos de las personas exiliadas de América del Sur, que pedían asilo en Costa Rica, eran acogidos por la insigne Directora zapoteña.  Jóvenes bolivianos, nicaragüenses, chilenos, peruanos, argentinos, brasileños, también judíos, italianos y estadounidenses recibían educación de la buena, complementada con el deporte, las actividades extracurriculares como la Feria del Maíz, los concursos de oratoria,  las lecturas de libros universales, el arte de los murales del estudiante Sigfrido Jiménez Regidor,  así como del ambiente de  libertad de pensamiento y tolerancia hacia las ideas diversas, que era un principio y valor que respetaba Doña Lía en sus alumnos.
En este sentido, nunca puso objeciones para que los muchachos marcháramos en la huelga de la ALCOA y que se transmitieran cintas cinematográficas de alto contenido social y político. Con la molestia de alguna gente se opuso a que se deslegitimara en 1972 el triunfo como presidente estudiantil de un joven que comulgaba con las ideas de la izquierda socialista.  Un joven que tuvo problemas en otras instituciones,  a causa de su personalidad sexual particular, logró concluir sus estudios en nuestro colegio, gracias al apoyo espiritual de Doña Lía.
Jamás puedo olvidar cuando Rubén Acuña Méndez, Carlos Grant Trigueros y Ana Isabel Mora organizaron un debate en nuestra institución con los candidatos políticos en medio del proceso electoral de 1974, algo inédito en Costa Rica. Así como lo fue el proyecto de la Comunidad Estudiantil, que luego fue imitado por otras instituciones educativas y avalado por el Ministerio de Educación Pública.
Organizaciones como el Cuerpo de Paz, un grupo de estudiantes de un colegio del Estado de Oregon de los Estados Unidos de América fueron recibidos por nuestro colegio. Entre más,  los estudiantes se abrieran a otras culturas, mayor sería su enriquecimiento espiritual,  su consciencia tolerante y austeras sus costumbres.  Esto era parte de las convicciones de esta mujer, que sembraba respeto y felicidad, tanto así que los muchachos no queríamos salir a vacaciones, porque el colegio era fuente de gozo.
La Directora proyectaba la institución a la comunidad. Su admiración por el Estado de Israel la llevó a promover el nombre de la autopista que une Zapote con Plaza González Víquez con el nombre de esa gran nación.  Luchó por la construcción del Estadio y la biblioteca pública. Fue la gestora de la creación de la Casa de la Juventud, donde los jóvenes aprendieron a editar el Periódico Zapote, dirigido por el egresado y hoy periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, habida consideración que  Doña Lía promovía este tipo de actividad cultural en el Liceo.  Sembró en los corazones el amor por la Patria, sino observen al Canciller Carlos Roverssi Rojas, hijo de nuestra institución y de este pueblo zapoteño, quien es un apasionado en la defensa de los intereses nacionales.  En este alto jefe de la diplomacia costarricense está también la mano de Doña Lía.
Su alta sensibilidad social y su espíritu altruista, la motivó a preocuparse por las condiciones de pobreza, que afectaban a la gente del desaparecido precario de Chapulines, sobre esto Rubén Acuña Méndez, posee una historia realmente conmovedora, que demuestra la belleza espiritual de esta maestra sabia y cristiana.
Finalmente, permítanme citar una de sus reflexiones que encontré de Doña Lía Gómez dentro de mis documentos; las pronunció el día de la graduación de los primeros bachilleres del Colegio en 1966.  Dice así:
“Esperamos que la joven institución, que apenas está en la infancia, logre con los años la plenitud de su prometedora existencia y cumpla a cabalidad con su tarea realizadora en la vida social, cultural y económica del país. Siempre inspirada en los más altos ideales de la humanidad.”    Bien vale decir,  que este párrafo de la extraordinaria educadora habla por sí solo de su profundo  pensamiento humanista y cristiano.
Falta espacio para seguir enumerando la obra humana de Doña Lía, solo déjenme decirles que ella existió en este mundo  para servirle a  la gente,  para cumplir con los preceptos cristianos.  Qué Dios la tenga en la Santa Gloria.  Y ruego a todos Ustedes no olvidar a esta gran mujer, digna representante de los grandes valores de la mujer costarricense.
MUCHAS GRACIAS.
Autor: Ronald Obaldía González, egresado del Liceo Rodrigo Facio Brenes, Zapote - San José.

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